domingo, 19 de diciembre de 2010

Sade: la heroína iniciática y el Shunga-e.

“Voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos, a vosotros solos ofrezco esta obra: nutríos de sus principios, que favorecen vuestras pasiones… escuchad sólo esas pasiones deliciosas, su órgano es el único que debe conduciros a la felicidad.”
Marqués de Sade. “
Filosofía en el tocador”, afueras de Paris, 1795.

“Sólo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce…. Nos dejamos llevar –como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante. Esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero”.

Asai Ryoi.
“Narraciones sobre el mundo efímero de las diversiones”, Kyoto 1661.

Existen tantos enfoques como estudiosos en la producción de monografías interpretativas de la obra del marqués de Sade. Estos métodos de indagación han pretendido expresar el discurso mismo que proyecta Sade y las condiciones de posibilidad de su propia elaboración. En ese sentido podemos nombrar los trabajos de Geoffrey Gorer[1] en el ámbito de la justificación de la retórica sadiana en un contexto social determinado. Pero así también se puede enunciar los estudios en conexión a las influencias que Sade ha derivado en la literatura más contemporánea, como en el texto teórico de la filósofa Paula Preneron Vinche[2], entre otros autores.
Pues bien, el mentado personaje ha sido estudiado desde el campo sociológico en la medida que Sade encierra una crítica hacia una sociedad estamental en crisis, así también desde el punto de vista antropológico, en la anunciación del pronto devenir de nuevos paradigmas en función del hombre con el arribo de la Ilustración. Además, ha sido visto como un sujeto histórico que contiene en su filosofía un variado conjunto de herramientas teóricas que manifiestan en la historia –como un proceso de cambio cultural- las transformaciones de la sociedad francesa del siglo XVIII.
Sin embargo, el ensayo que aquí deseo manifestar no se conduce por ninguna de las vertientes ya expresadas. Muy por el contrario, lo que intento emprender es una relación semántica entre el texto de Sade, “Filosofía en el tocador” con la estructura simbólica que presenta un mito. Para este objetivo tomaré la estructura que establece Joseph Campbell respecto a la conformación del discurso del mito y la traduciré a las grandes escenas o capítulos que el libro de Sade presenta.
En primer lugar, abordar el texto de Sade de esta manera implica enunciar una premisa básica para la interpretación del discurso sadiano como un parangón con la estructura discursiva de un mito. Así pues, lo primero que declararemos es que la estructura discursiva de la protagonista de “Filosofía en el tocador”, Eugenia, cumple el papel del héroe mítico en un camino de iniciación. Es decir, Eugenia se convierte en un actante que cumple una función de héroe en el lugar de un relato enunciado como mítico. Este sendero de aprendizaje será en el marco de la instrucción sexual y del libertinaje. Ahora bien, el camino iniciático de Eugenia cumplirá una serie de pruebas que se desglosarán a continuación con la función de manifestar el progreso no sólo del argumento, sino que también las transformaciones que sufre el héroe mítico. Finalmente, relacionaremos la estrctura que presenta el libro de Sade con el género Ukiyo-e y el tema del Shunga-e, es decir, las representaciones eróticas de la sociedad. En este sentido, lo que se intenta expresar es cómo visualmente se resuelven problemas de tipo narrativo en relación a las maneras de construirse un relato erótico en el marco de la aventura del mito de Campbell.
El llamado de la aventura.
El primer momento de la aventura mítica de Eugenia lo denominaremos según Campbell, “La llamada de la aventura”, e implica la manifestación de las primeras fuerzas que tienden a ser opositoras. Este fragmento del mito se constituye simbólicamente como un preludio a los acontecimientos principales que atañen al héroe, vale decir, Eugenia. Pues bien, una de las características discursivas presentes en la mayoría de los mitos, incluyendo la obra de sade que pretendemos emularla en un mito, es el hecho que los sucesos posteriores se desencadenan a partir de un error o un suceso que sale fuera de un programa. En efecto, dice Campbell al respecto: “Una ligereza —aparentemente accidental— revela un mundo insospechado y el individuo queda expuesto a una relación con poderes que no se entienden correctamente”[3].
Aquí, el accidente se exterioriza en la acción de la desprogramación de la vida de Eugenia. Precisamente, en el momento que la Mme. Saint-Ange se encuentra con la heroína y tienen un atisbo de intimidad lésbica, la vida de Eugenia cambia y sale de su realidad cotidiana para ingresar en un escenario diferente (el mundo libertino) que se expresa como la revelación de la construcción de un mito del sexo y el libertinaje. Ahora bien, los sucesos iniciales sólo demuestran impulsos reprimidos que se liberan en las fuerzas incontrolables y ocultas en un tiempo constante. En este contexto se hace presente la polarización y distanciamiento de dos fuerzas que se piensan unificadas: la relación de madre e hija presente entre Eugenia y su madre, una relación inscrita en los valores morales de su progenitora que, sin enunciarse explícitamente, en este primer momento se separan. Por otra parte, esta narración se  plantea desde la universalidad. Vale decir, desde un tiempo inmutable y universal, donde los personajes, si bien tienen nombre propio y características distintivas, se intenta que los hechos aquí acaecidos fuesen de una ley general de consecuencia. Por ello, en el prólogo Sade señala que es de esperar que la madre enseñe este libro a su hija y que los libertinos lo lean también, pues, se espera que no exista una particularidad en el relato, sino que apele a una conducta social globalizada.
La ayuda sobrenatural.
Esta parte del relato corresponde a la estructura denominada “La ayuda sobrenatural”. Y, en efecto, como su nombre lo indica, precisa una intervención de un personaje ajeno a la trama argumentativa inicial. Según Campbell, aquella presentación de fuerzas externas tiende a considerarse como “la fuerza protectora y benigna del destino”[4] que, sin embargo, se presenta en la medida que el héroe se confía en la complacencia de su existencia. En este caso, tanto el personaje del Caballero como Dolmancé representan al guía que viene a ayudar al héroe que cae en desgracia. En este caso, ambos personajes son los encargados de instruir a Eugenia, la heroína, en el camino libertino y derrumbar la moral inculcada por su madre con el fin de construir una moralidad libertina. En efecto, tanto Dolmancé como el Caballero son personajes que protegen a Eugenia de la moral de la sociedad, a la vez que son auxiliares en la enseñanza y protectores de los ideales libertinos que están implícitos y reprimidos en el personaje de Eugenia.
El vientre de la ballena.
Este fragmento corresponde a la estructura denominada por Campbell como “El vientre de la ballena”. A través del autor podemos presentar este apartado como una acción necesaria y recurrente en los mitos antiguos. Pues bien, implica esta situación una muerte aparente. En el caso de la heroína se presenta este episodio en la desfloración anal, por cuanto ella sufre un padecimiento enorme en un momento inicial, que emula una muerte aparente en un orgasmo anal. Por consiguiente, después de un tiempo relativamente normal donde se presenta un estado de felicidad y fertilidad, causado por las primeras instrucciones sexuales por parte de los personajes, llega un momento de sufrimiento, pero importante en su camino de iniciación y la heroína sufre, llegando a un instante de muerte simbólica. Esta muerte para Eugenia significa el paso de un umbral. En este sentido el paso que realiza Eugenia es el paso de la inocencia sexual, la niñez, a la adolescencia y la experiencia sexual. Este tránsito que se da en primer lugar con la desfloración anal, según la estructura de Campbell es “una forma de autoaniquilación”[5]. Aquí pues, en efecto, se presenta una ambivalencia entre dos polos opuestos: la niñez y la adolescencia o madurez, así como la relación entre la inocencia y la experiencia de la sexualidad.
El camino de las pruebas.
Esta parte del relato corresponde a la estructura denominada “El camino de las pruebas”. Según el autor señala que es la parte más importante de la estructura de muchos mitos. En este contexto el héroe decide realizar una iniciación para retornar a la vida o a un estadio de equilibrio luego de superar muchas pruebas. De esta manera, Eugenia debe pasar por toda una instrucción sexual experimentando todas las formas posibles de relación sexual con el fin de adquirir un nuevo estado corporal, dado por la iniciación en el campo libertino. Es decir, aquí se manifiesta un ingreso a las profundidades del inconsciente del individuo para obtener a través del suplicio valores relacionados con la perseverancia. Esta perseverancia se da en la medida que gracias a la instrucción sexual que recibe Eugenia, ésta se despoja de la moral introducida por su madre y adquiere nuevos labores relacionadas con el libertinaje. Como bien dice Campbell, “para saberlo y beneficiarse con ello, sin embargo, debe el hombre someterse de alguna manera a la purgación y a la renuncia”[6]. De esta manera, la renuncia por parte de Eugenia es triple: por una parte, la renuncia a la virginidad y castidad impuesta por la madre de la heroína, así como la renuncia de los valores acuñados por la sociedad burguesa y, finalmente, el despojo de la madre misma que encierra la estructura filosófica y física (relación con el cuerpo de Eugenia) en la realidad cotidiana de la heroína.
En este sentido, podemos proponer que esta parte del relato tiene una función pedagógica en la medida que otorga una actitud frente a la moral reinante en la sociedad francesa. Es decir, si bien existe un conjunto de elementos semánticos y alegóricos, así como códigos moralizantes que son naturalizados por la sociedad francesa, Sade a través de los personajes y la actitud de Eugenia, propone una función de enseñanza y crítica de las normas establecidas en la progresiva aparición de actos sexuales, como felaciones, penetraciones anales, vaginales, etc. Donde el autor entrega un mensaje reflexivo al destinatario de su propia sociedad burguesa.

Resolución de problemas visuales en el Shunga-e
El discurso que plantea Sade en la literatura francesa del siglo XVIII posee elementos a fines con el arte del grabado en xilografía japonés del siglo XVII hasta el  XIX. Por ello, quisiera presentar dos ideas que marcan esta comparación que me parece sugerente presentar con el fin de destacar cómo en dos materialidades diferentes, en contextos sociales distintos, aunque en periodos similares, es posible identificar un discurso de la carne y el acto sexual donde el observador forma parte del momento iniciático de la intimidad y el libertinaje. Pues bien, el nombre que recibió la xilografía japonesa fue el de Ukiyo-e, que significaba literalmente “pintura del mundo flotante”. Este tipo de arte hace alusión, a través de una rearticulación del término Ukiyo que hace referencia al mundo penoso del budismo, hacia el goce y el placer del mundo material de las clases burguesas niponas que desde el siglo XVIII adquieren poder económico en una sociedad gobernada por las castas militares y el orden cortesano.
Dentro de los variados géneros del Ukiyo-e existe uno dedicado exclusivamente a la representación de actos sexuales. El nombre que recibe es Shunga, que significa “representaciones de la primavera”. Nace este género, sin embargo, de la ilustración de manuales de sexualidad y posteriormente se extiende al grabado. La circulación que tenía este tema era principalmente para burgueses en el ámbito del consumo privado. De hecho, la producción estaba siempre en constante censura por parte de la clase gobernante.
A nivel formal y semántico, el shunga presente similitudes con el texto de Sade, principalmente en dos grandes puntos: por una parte, las representaciones de estos grabados se realizaban en el contexto de un espacio cerrado e íntimo; en el caso de Sade en un tocador, mientras que en el grabado en una habitación o sala donde no se distingue el interior. Para este tipo de representaciones los autores han recurrido a dos maneras de exhibir el encuadre y la posición del espectador: en primer lugar a través de una vista de vuelo de pájaro que posibilita la ascensión del plano de tierra al alejar el horizonte, así como también a través del camino de un zoom y enfocar en un primer plano el relato. En ambos casos, cabe decir, se consigue el efecto de un espacio de intimidad y cercano al campo de visión del espectador. Asimismo, en ambos casos la atención está puesta en el acto sexual mismo que en el espacio donde se inscribe. Esta operación proporciona al espectador encarnar el personaje del voyerista que mira la escena en un rincón omnisciente, puesto que el espacio en la superficie pictórica es visto desde una posición de contrapicado, en paragón con la vista de una casa sin techo donde el observador tiene control total del campo de visión. Así mismo, el espectador se puede autorrepresentar en la escena apareciendo como un personaje o animal que mira la intimidad de la pareja sin ser visto por ellos.
Para concluir, el segundo punto importante de comparación entre estas dos obras artísticas, una literaria y otra visual, es el hecho que ambas se presentan entregando un manual de los valores y actitudes que se deberían generalizar en la sociedad. Cada una de las obras, por cierto, entrega esta idea de manera distinta y dependiendo del contexto social que ha posibilitado su propia producción, sin embargo, no es menor que ambas se manifiestan como un manual para el observador o remitente que debe él mismo iniciarse en el campo del libertino o en la filosofía del mundo flotante.

«Escena de amantes con un samisen». Autor: Ippitsusai Buncho. Formato: Ukiyo-e, tema Shunga. Dimensiones: 21x26,3 cm. Periodo Edo (1616- 1868).

«Dos amantes y un gato». Autor: Isoda Koryusa. Formato: Ukiyo-e, tema Shunga. Periodo Edo (1616- 1868).

Bibliografía

-          Campbell, Joseph. “El héroe de las mil caras”. Fondo de Cultura Económica México.
-          Fahr-Becker, Gabriele. “Grabados Japoneses”. Editorial Tashen 1994, Munich, Alemania.


[1] “Vida e ideas del marqués de Sade”, 1969.
[2] “El influjo oculto del Marqués de Sade en dos escritores del siglo XIX: Flaubert y Clarín”. Universidad de Alicante, Área de Filosofía Aplica y Área de Filología Francesa.
[3] Campbell, Joseph. “El héroe de las mil caras”. Fondo de Cultura Económica México. Pág. 36.
[4] Óp. Pág. 47.
[5] Óp. Pág.  57
[6] Óp. Pág. 65